Aquí estoy bailando sola una canción para dos. ¿Me lo merezco? Posiblemente sí. Tal vez hiciera algo que no debía, o no terminara de hacerlo bien... O las cosas tendrían que salir así. Es mejor ver el lado positivo, quizás ninguno de los dos nos equivocamos, a lo mejor el destino quiere que no nos volvamos a ver, ni a hablar. ¿Sabes qué? Me alegro. Me dejaste destrozada cuando te fuiste, hice auténticas locuras que me dejaron cicatriz, pero eso se a quedado atrás. Se puede decir que lo e superado. Gracias. Gracias por irte, por dejar espacio para otras personas, gracias por salir de mi vida. Que te vaya mal.
Posdata: te quiero. Te quiero lejos.
jueves, 27 de febrero de 2014
Que te vaya mal.
martes, 11 de febrero de 2014
Tiro por que me toca.
Esta partida la jugaremos tú y yo solos.
Si quieres jugar, sigue leyendo.
Ahora, imagínate un tablero del tradicional juego de la oca. Si tienes uno a mano, sácalo y pon dos fichas en la casilla de salida. Yo seré la azul, tú puedes elegir otro color.
Empiezas tu. Yo también tiro. El dado nos dará el mismo número a ambos. De este modo, las fichas irán siempre a la par. Casilla tras casilla, disfrutaremos al mismo tiempo subiendo por el puente, donde nos besaremos y reiremos; pasaremos juntos la noche en la prisión y no dejaremos dormir a los carceleros; en el laberinto hablaremos un rato mientras buscamos la salida y, cuando la encontremos, seremos felices.
¿Juegas conmigo?
El juego de la oca.
Cuando lo pasas mal, cuando lo ves todo negro, cuando te encuentras dentro de un pozo y crees que nunca vas a poder salir, siempre hay alguien que te dice: «Tranquila: lo que no te mata te hace más fuerte». Y tienen razón.
¿Era necesario jugar esta estúpida partida? A lo mejor sí. Aunque fuera sólo para descubrir cuánto me equivocaba. Después de unas tiradas bastante buenas, yendo siempre de oca en oca, he caído en el pozo, este juego es mas difícil de lo que parece, no voy a jugar; me retiro.
jueves, 6 de febrero de 2014
POEMA 20.
Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Escribir, por ejemplo: "La noche está estrellada, y tiritan, azules, los astros, a lo lejos". El viento de la noche gira en el cielo y canta. Puedo escribir los versos más tristes esta noche. Yo la quise, y a veces ella también me quiso. En las noches como ésta la tuve entre mis brazos. La besé tantas veces bajo el cielo infinito. Ella me quiso, a veces yo también la quería. Cómo no haber amado sus grandes ojos fijos. Puedo escribir los versos más tristes esta noche. Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido. Oír la noche inmensa, más inmensa sin ella. Y el verso cae al alma como al pasto el rocío. Qué importa que mi amor no pudiera guardarla. La noche está estrellada y ella no está conmigo. Eso es todo. A lo lejos alguien canta. A lo lejos. Mi alma no se contenta con haberla perdido. Como para acercarla mi mirada la busca. Mi corazón la busca, y ella no está conmigo. La misma noche que hace blanquear los mismos árboles. Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos. Ya no la quiero, es cierto, pero cuánto la quise. Mi voz buscaba el viento para tocar su oído. De otro. Será de otro. Como antes de mis besos. Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos infinitos. Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero. Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido. Porque en noches como ésta la tuve entre mis brazos, mi alma no se contenta con haberla perdido. Aunque éste sea el último dolor que ella me causa, y éstos sean los últimos versos que yo le escribo.
Pablo Neruda.
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sábado, 1 de febrero de 2014
Así el dolor no se queda tan dentro.
Puede ser eterna o puede ser solo una palabra.
Se la escribes a esa persona que se fue, pero no, no la mandas.
La doblas, la acercas a una llama y la quemas.
Se la lleva el viento, y así el dolor, no se queda tan dentro.